A 100 días de gobierno, el de López Obrador es un gobierno popular… pero con un respaldo social que va a la baja; la corrupción y los homicidios no cesan

Por J. Jesús Lemus

Este domingo se cumplieron los primeros 100 días de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, y en este arranque de lo que él mismo ha dado en llamar la Cuarta Transformación del país, los mexicanos hemos sido testigos de cómo en algunos renglones de sus políticas públicas ha hecho crecer el mito del popular estadista, pero en otros se ha arraigado la visión si no del fracaso, si de la continuidad de las políticas que él mismo criticó desde su posición de opositor.

Sin duda alguna, como toda gestión humana, la de López Obrador al frente del gobierno federal está matizada por yerros y aciertos, los que aún no son definitivos para su administración que apenas inicia, pero que obligan a la reflexión -alejada de fanatismos y fobias- para poder entender hacia donde se encamina el país en este período de transición por el que el grueso de los mexicanos optaron en las elecciones de julio del año pasado.

López Obrador llega, al término de su primer trimestre de gobierno, con una popularidad que no es tan magnifica como la han señalado sus simpatizantes, pero tampoco es tan catastrófica como la quieren hacer ver sus detractores: de acuerdo a un sondeo de Consulta Mitofsky al cierre de los primeros 100 días de gobierno, López Obrador cuenta con el respaldo del 62.6 por ciento de la población, que es una popularidad superior a la que registraron en el primer trimestre los gobiernos de los presidentes Carlos Salinas con 57 por ciento, Ernesto Zedillo con 37.8, y Enrique Peña Nieto con 56.4 por ciento.

Una Popularidad Cuestionada y Contrastante

La popularidad con la que llega el izquierdista presidente López Obrador al término de los primeros tres meses de su gobierno, si bien es superior comparada con los últimos presidentes priistas, se encuentra por debajo de la aceptación que en ese mismo periodo registraron los presidentes panista Vicente Fox y Felipe Calderón, los que registraron en sus primeros 100 días de gobierno una popularidad del 80.2 y 64.1, respectivamente, según lo revela la encuestadora Mitofsky.

De acuerdo a la encuestadora que encabeza el prestigiado analista Roy Campos, al día de hoy López Obrador también tiene una de las cifras más elevadas de rechazo a su gestión, con el 67.1 por ciento de la población encuestada en su contra, la que solo está por debajo del 69.7 por ciento que registró en su momento el presidente Vicente Fox, y que se encuentra por encima del 29 por ciento de Carlos Salinas, el 42 por ciento de Ernesto Zedillo, el 58.5 por ciento de Felipe Calderón, y el 52.5 por ciento de Enrique Peña Nieto.

En términos reales de aceptación, el arranque de la administración del presidente López Obrador, según los datos históricos de Mitofsky, es una de las más bajas de los últimos seis gobiernos que ha tenido México, pues frente al 62.6 por ciento que los aprueban positivamente, existe un 67.1 por ciento de la población que lo califica en términos negativos, resultando una calificación de menos 4.5 por ciento.

Esta cifra se acerca solo a la que en los primeros días 100 de su gobierno registró el presidente Ernesto Zedillo, el que arrancó con el menos 4.2 por ciento de aceptación, resultado de la diferencia existente entre el 37.8 por ciento que avalaba su gestión contra el 42 por ciento de la población que la desaprobaba, esto principalmente por razones económicas, al registrar un incremento del precio del dólar frente al peso mexicano, en el hecho que históricamente se conoce como “el error de diciembre”.

Así, en términos simples de números la administración de López Obrador es la que menos calificación favorable ha registrado en los últimos seis gobiernos que ha tenido nuestro país, pues frente a sus menos 4.5 por ciento, que solo se compara con el menos 4.2 por ciento de Ernesto Zedillo, se alza el 28 por ciento de aprobación que tuvo Carlos Salinas de Gortari, el 10.9 de Vicente Fox, el 5.6 de Felipe Calderón y el 3.9 de Enrique Peña Nieto.

Pero ¿Qué es lo que ha hecho que un presidente tan popular como Andrés Manuel López Obrador inicie su gestión con una desaprobación tan alta? Sin duda alguna son las contrastantes decisiones de gobierno que ha tomado, las que en muchas ocasiones han chocado con sus discursos y ofertas políticas planteadas durante su periodo de campaña, en donde una de las que mayor costo han tenido ha sido su decisión de mantener a las fueras federales, mediante la instalación de la Guardia Nacional, en la lucha contra el crimen organizado y los carteles de las drogas.

Los Aciertos Presidenciales

No todo ha sido negativo en el inicio de esta administración. El presidente López Obrador ha dado indicios de decisión para lograr un cambio en el país, que le han valido seguir manteniendo una notable popularidad, como es el caso de su política de combate al robo de hidrocarburos, que estaba protegido desde la cúpula del gobierno en las últimas tres administraciones federales.

Entre los logros de la actual administración en el arranque de gobierno también destaca la estabilidad del tipo cambiario del peso frente al dólar, los ajustes presupuestales para lograr una administración más austera en cuanto a gastos de funcionarios, y sin duda alguna el intenso ritmo de trabajo del jefe del ejecutivo y su disponibilidad para hablar todos los días a la prensa, en las y famosas conferencias mañaneras.

A los logros de López Obrador también se suma su puesta en operación del programa oficial de atención prioritaria a los grupos sociales más marginados, su combate a la pobreza y la desigualdad, la erradicación del hambre en todo el territorio nacional y el acercamiento con el sector empresarial para acordar un crecimiento económico del país a un ritmo de una tasa promedio anual del 4 por ciento.

Otras medidas que han sido bien aceptadas por la población ha sido la decisión de vender el avión presidencial y una flotilla de aeronaves y vehículos de lujo que privilegiadamente utilizaban un reducido grupo de funcionarios de primer nivel de la administración federales, a lo que se debe agregar la decisión presidencial de disminuir la tasa de impuestos del Impuesto Sobre la Renta (ISR) y del Impuesto al Valor Agregado (IVA), principalmente en la zona norte del país.

Otros logros de esta administración para que el presidente se encuentre en el ánimo de la población son los viajes del Jefe del Ejecutivo en vuelo comerciales, sin privilegios; quitar las pensiones a los expresidentes, abrir la Residencia Oficial de Los Pinos a público, y la ejecución de un programa nacional de aprendices, para permitir la incorporación de jóvenes a fuentes de empleo bien remuneradas.

Los Errores, con Cargo a Largo Pazo

Pero frente a la lista de acierto que ha realizado el presidente López Obrador, resaltan una serie de medidas oficiales que no han tenido la plena aceptación de la población, y que han cuestionado la capacidad de decisión del propio presidente, como es el caso de los cierres de ductos de gasolina que dejaron en desabasto a la población de por lo menos 18 ciudades de 14 estados del país, sin un plan previo de abasto de combustible ante el programa oficial de combate al huachicol.

A los desaciertos en el arranque de la actual administración se debe agregar el incremento del precio de las gasolinas, el que solo en tres meses de este gobierno ha crecido en más de tres pesos por litro, superando por mucho los famosos “gasolinazos” que en seis años hicieron que aumentara el precio en cuatro pesos por litro.

Otra decisión oficial que dañó la popularidad del presidente López Obrador fue la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, la realización de consultas públicas a modo para valar los planes de gobierno, en donde la puntilla ha sido la consulta a la Termoeléctrica de Yecapixtla, en el estado de Morelos, la que finalmente fue aprobada pese a la oposición real de la población y de grupos defensores del medio ambiente.

También le ha costado popularidad a la nueva administración la cancelación de la subasta eléctrica, que -aunque benéfica para la nación- generó un clima de incertidumbre entre los inversionistas internacionales que empujaron a una mala calificación a las condiciones de inversión en México; la reapertura de los precios de garantía a los productos básico del campo, también mandó malas señales a los inversionistas, a los que también se les dio la espalda en los bloqueos a las vías del ferrocarril, principalmente en el estado de Michoacán.

Otra que es también considerada como mala decisión del presidente López Obrador, es el empoderamiento sindical que se le ha dado al líder minero Napoleón Gómez Urrutia, con el que se garantiza la presencia de la industria minera canadiense en nuestro país, que solo ha dejado saqueo, pobreza, devastación y enfermedades a los pueblos aledaños a las zonas mineras.

Entre los yerros del presidente también se debe destacar el descredito que hace de manera pública a todas las opiniones, empresariales, de inversionistas y de los medios de comunicación, que no empatan con su visión, así como al perdón tácito que ha otorgado a funcionarios corruptos de la pasada administración y su mal planeada amnistía para delincuentes del narcotráfico.

Otras decisiones que le han costado popularidad al presidente es su decisión de despido de funcionarios de la administración pública federal, disminución de sueldos a jueces y magistrados, la colocación de personas afines a la administración dentro del poder judicial, y su falta de eficacia para la reducción de las tasas delincuenciales en todo el país, en donde los índices de homicidio doloso siguen al alza.

En la lista de desaciertos de López Obrador, también destaca la designación de superdelegados en cada entidad federativa, el abandono presupuestal de las entidades autónomas, la opacidad en las investigaciones del accidente en donde perdió la vida la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso y el senador Rafael Moreno Valle, la insistencia de construir una refinería en Dos Bocas, pese a lo inviable de esta, y darle un mayor poder tanto económico como de autonomía al ejército y la marina.

 

 

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